El amor no entiende de clases sociales…¿o si?

– ¿Y cómo te gustan a ti las chicas? Háblame un poco sobre el físico que te atrae.
Koldo me mira y se sonroja. Ha hecho un viaje largo desde un pueblo del interior para venir a la agencia y como alcalde de su pueblo ya conoce a todo su entorno y quiere una pareja de fuera del mismo.
– Supongo que como a todos, que estén bien, que sean atractivas. Pero si te digo la verdad… a mí me gustan…, viniendo para aquí he visto muchas chicas que me han gustado…, ya sabes las típicas de Bilbao…, un poco pijillas. Pero claro, ellas jamás se enamorarían de un chico de pueblo y militante de izquierdas como yo. Somos polos opuestos. Pero bueno… algunos dicen que los polos opuestos se atraen, ¿no?

(Historias en la agencia matrimonial Lazos)

La literatura está llena de novelas que nos hablan del amor entre personas de distintas clases sociales, económicas e ideológicas. La narrativa se suele preocupar de lo que no encaja.

“Últimas tardes con Teresa” (Marsé), “Orgullo y prejuicio” (Jane Austen), “Cumbres Borrascosas” (Emily Brontë),… y recientemente “Esos días azules” (Nieves Herrero). Son amores apasionados, constantes, intensos, profundos…,pero ¿son viables a la larga? Y antes de contestar a esto,

¿Cómo nos podemos enamorar de una persona que se ha educado y socializado en un contexto totalmente distinto, con hábitos y estilos de vida distintos y puede que hasta valores y creencias? Y si hablamos de personas de distinta ideología ¿cómo nos podemos enamorar de personas que conciben la vida y la sociedad de una manera brutalmente distinta a la nuestra?

Lo primero que debemos aclarar es que estamos hablando sobre situaciones extremas, es decir, una persona de clase alta, con una persona de clase media baja o baja. Una persona de extrema izquierda con una persona liberal o de extrema derecha.

Lo segundo es que el amor como sentimiento nace sin control. Con lo cual efectivamente la atracción por el otro surge sin más en cualquier momento y en cualquier contexto. Luego está alimentar ese amor. Del otro nos puede atraer lo desconocido, lo misterioso, lo distinto, incluso en estas circunstancias hasta el morbo del secreto. Pensemos que muchas de los encuentros amorosos del principio de la relación se desarrollan sin que nadie se dé cuenta de nada, en la doble vida y bajo pantallas de normalidad.

Por lo tanto,

si nuestra situación social nos resulta adecuada al estilo de vida que llevamos, alimentaremos ese amor en la clandestinidad y puede durar para siempre. Ya que se convertirá en los momentos donde las emociones fluyen y donde nos sentiremos realmente humanos y nosotros mismos. Y no es difícil mantenerlo porque en cierta forma está idealizado ya que no hay un compartir la realidad, sino que ésta se convierte en un juego de luces y sombras.

Pero si decidimos romper con todo,

enfrentarnos a nuestro entorno y apostar por la persona, el porcentaje de fracaso es muy elevado. El compartir valores, creencias, gustos, ambiciones e intereses con tu pareja es algo muy apreciado y se consideran los componentes del amor.

Tener cosas en común parece clave en la relación de pareja.

Y si venimos de mundos distintos, si nuestra forma de ver la vida es opuesta, si nuestros valores no coinciden,… ¿qué nos queda? ¿El amor?…, en estos casos pueden pasar 3 cosas:

1. Que uno de ellos se meta en el entorno del otro
2. Que ambos respeten sus entornos y los compatibilicen
3. O que ambos rompan con su entorno y creen uno nuevo con valores y estilos de vida consensuados por ambos. Ésta sería la situación más exitosa para que una relación de este tipo de pareja se consolide y tenga futuro.

« Tengamos en cuenta que aunque el príncipe se enamora de cenicienta, ésta en realidad era la hija de un rico comerciante muy importante del reino.”

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